SECTA de Claudia Castellucci: «La escuela como un espacio común. Un manual iconocasta».
SECTA de Claudia Castellucci: «La escuela como un espacio común. Un manual iconocasta».
Un manual iconoclasta
«Hystrio»
15 dicembre 2015
Después de muchos años de proteicas experiencias didácticas, el cofundador de las Socìetas Raffaello Sanzio ha compuesto un completo y riguroso manual de técnica dramática dividido en cincuenta y nueve jornadas y dieciocho temas (de la Cataléctica a la Vocalidad, de la Psicología de la Duración a la Fantasía), que contiene trescientos noventa y seis ejercicios y veintinueve discursos. La autora (o «scolarca», como prefiere llamarse), advirtiendo desde la primera página «a quien practique estos ejercicios que los considere un método», precisa que «debe utilizarse inmediatamente, es decir, seguirse en la práctica, día tras día, sin esperar a haberlo leído todo».
En Secta se entrelazan hábilmente indicaciones sobre la «neutralización» iconoclasta del espacio de trabajo y frases de y sobre Yves Klein, ejercicios de desarticulación y a-ritmias de los miembros y experiencias de recitación consonántica del Cántico espiritual de Juan de la Cruz, el Alcibíades de Platón y la escucha de canciones infantiles gabonesas mientras se toma el té.
Y mucho más, realmente imposible de resumir aquí. La de Claudia Castellucci es una obra compleja y sistemática que, a pesar de sus profundas diferencias, quizá pueda inscribirse en la fértil tradición pedagógica que está en la base de las revoluciones teatrales de principios del siglo XX, cuando algunos «libros-teatro» fundacionales contribuyeron a definir y al mismo tiempo a hacer evolucionar esta disciplina (basta pensar en La obra de arte viva de Appia, El trabajo del actor sobre sí mismo de Stanislavski, El teatro y su doble de Artaud).
La ermitaña profesora de Cesena concreta su propuesta con una cantidad de diagramas y dibujos, siempre atenta a apagar «toda inclinación sentimental», entendiendo la escuela como un espacio común, pero no comunitario (no afectivo):
«La soledad se instituye con los demás; no es un problema que resolver con la presencia del otro. Es una dimensión de la verdad que se experimenta con los demás, que, de este modo, dejan de ser responsables de su eliminación para ser, más bien, cómplices de su manifestación. Es entonces cuando comienza realmente la amistad: cuando deja de ser un objetivo y pasa a ser, de forma objetiva, simplemente un don, un regalo límpido y azul».