"Salitre", de María Salgado, en la mesilla de noche de Rogelio López Cuenca

04.09.2019

"Salitre", de María Salgado, en la mesilla de noche de Rogelio López Cuenca

Publicado en Babelia, entrevista a Rogelio López Cuenca

 

Rogelio López Cuenca: “Cansa el arte que solo vale los muchos dineros que dice que cuesta”

 

El artista ha protagonizado una de las grandes retrospectivas de este año en el Reina Sofía

 
| 13 AGO 2019

 

Rogelio López Cuenca (Nerja, 1959) ha sido uno de los protagonistas este año del Museo Reina Sofía, que le ha dedicado una retrospectiva que aún puede verse hasta el 26 de agosto. Un conjunto de obras de gran fuerza poética que beben de la publicidad, los medios de comunicación y los tópicos institucionales para hacer visibles los vicios y violencias del mundo contemporáneo.

¿Qué le hizo querer ser artista? Un tropel de casualidades y accidentes. Aunque lo mismo no valdría para otra cosa. Siempre he sido muy malmandado, adicto al obstinado “deseo de no ser gobernado”.

¿Qué obra de arte le ha impresionado últimamente? Soy muy impresionable yo. Para bien y para mal. No paro de sorprenderme todo el rato.

¿Qué tipo de arte aborrece?

No tanto, pero cansa la aplicada simpleza del maestro pincelero, el infantilismo del chicle de moda o la pose endiosada del pícaro del marketing. Y sobre todo el arte ese que vale nada más (y nada menos) que los muchos dineros que dice que cuesta.

¿Qué libro tiene en su mesilla de noche? Siempre un montón. En permanencia, siempre, Libro de los pasajes, de Walter Benjamin. Y ahora mismo, Petit Paris (Justo Navarro), Teoría de la retaguardia (Iván de la Nuez), Mi vida (Lyn Hejinian), Alta cultura descafeinada (Alberto Santamaría), Devuélvannos el oro (Colectivo Ayllu)…, y acabo de añadir Salitre (María Salgado) e Informe Guernica (Rocío Robles Tardío).

¿Qué eslogan publicitario merecería estar en una antología de poesía? Están ya ahí. Y más ahora. La selfi-poesía instagramática no escribe sino eslóganes.

El nombre de Picasso vale para coches, edificios, discotecas… ¿Cuál es el producto más delirante que ha visto usted con la marca Picasso? Sin salir de Málaga: había un todo-a-cien que se llamaba Picassien, pero el que lo resume todo en dos palabras es Chiringuito Picasso.

¿Qué canción escogería como autorretrato? Imposible. Tendría que ser una playlist cambiante, in progress.

Si no fuera artista, ¿qué le gustaría ser? Mujer. Ser artista y mujer, que es ser mejor.

¿Cuál es su película favorita? Favoritas, no, pero me temo que las que haya visto más veces, malgré moi, son esas que repetía la tele franquista cada Navidad y Semana Santa. Aparte, quizá… À Valparaíso (Joris Ivens, 1964).

¿Qué está socialmente sobrevalorado? El éxito, la fama: el número de likes, de followers…, la cantidad en general.

¿Qué encargo no aceptaría jamás? Uno que tuviera un guion escrito de antemano, del que ya se supiera su final.

¿A quién le daría el Premio Velázquez? A quien promulgue la ley que saque de la precariedad al gremio y le permita vivir de su trabajo con una mínima dignidad.