"Los otros" de Ignacio Carral en Babelia, por Jordi Amat

15.11.2021

"Los otros" de Ignacio Carral en Babelia, por Jordi Amat

Publicado en BABELIA - EL PAÍS

Días de hambre y sueño

 

Entre los referentes del periodismo inmersivo debería incluirse ‘Los otros’, de Ignacio Carral, que junto al dibujante Francisco Rivero Gil se infiltró en 1930 en el mundo de la miseria en Madrid

 

 

A mediados de la década de 1880, la joven que firmaba con el seudónimo Nellie Bly apuntaló su prestigio en la prensa de su Pittsburgh. Se infiltró en una fábrica de telares para escribir un reportaje sobre las condiciones laborales de la mujer. Luego viajó a México, donde escribió sobre la pobreza, denunció el encarcelamiento de un periodista y el presidente Porfirio Díaz intentó procesarla. Ya en Nueva York siguió trabajando como reportera y una serie sobre un psiquiátrico —Ten Days in a Mad-House— la consolidó como un referente del periodismo inmersivo. Este género se normalizó a finales del siglo XIX, como estudió Clawdia Prolongeau. En España lo practicaron tanto hombres como mujeres. Desde 1932 brilló Magda Donato, otro seudónimo, que, entre otros espacios, se infiltró en un sanatorio como puede leerse en el volumen Reportajes. También en 1932, otro joven —Carles Sentís— se trasladó a Lorca, en Murcia, para subirse a uno de los autobuses con los que ciudadanos murcianos huían de la miseria para instalarse en el extrarradio de Barcelona. Lo contó en la serie Viatge en Transmiserià, que está en el canon de la edad de oro del periodismo literario. A esa lista debería sumarse Los otros, de Ignacio Carral.

El 21 de enero de 1930, el primer artículo de esta serie se publicó en Estampa. El rostro de Carral, reconvertido en mendigo, era la fotografía de portada de aquel número del semanario ilustrado. El texto lo rescató Sergi Doria en la antología Un país en crisis y las ocho entregas de la serie completa, con las caricaturas originales y expresionistas de Francisco Rivero Gil, ahora pueden leerse en el volumen prologado por Carlos Álvaro. A los 32 años, aquel fue el momento culminante de la trayectoria de un periodista segoviano muerto prematuramente una mañana de 1935 en la redacción de La Palabra.

“En los colectores no se está mal. El calorcillo de toda la porquería que baja del alcantarillado conforta en estas noches de frío”

Los otros es un buen ejemplo de periodismo inmersivo. También de sus límites deontológicos. En el arranque, Carral y su acompañante truecan sus vestidos elegantes en el Rastro por tres duros y la ropa de dos pordioseros. Disfrazados con el uniforme de la miseria, más que convertirse de repente en hampones, se infiltran en la penosa realidad de los vagabundos de Madrid. Van a tabernas que ignoraban, pasean con delincuentes de tres al cuarto y se familiarizan con el argot del hambre. Conocen tipos que sobreviven de la caridad o el pequeño hurto y que temen más a los serenos que los despiertan que a la policía.

La infiltración de Carral y Rivero duró algo más de una semana, suficientes días como para experimentar el cruce del hambre con el sueño. Devoran lo que nunca pensaron que comerían o por un momento están a punto de colaborar en un robo, aunque en el último momento escapan del ladrón que lo ha organizado. Duermen unos minutos recostados en la mesa de un bar, en una calle, entre la basura. “En los colectores de los puentes no se está mal. El calorcillo de toda la porquería que baja del alcantarillado de Madrid conforta mucho en estas noches de frío”. Las mejores páginas del conjunto son las de la descripción de una noche en una habitación compartida huyendo del frío. Intentan dormir a pesar de los ronquidos y de la peste de la pobreza. Allí el pequeño burgués nota el asco de la vida de esos otros que en sus reportajes descubrirá a lectores como él. Los que, ante el éxito de público, le homenajearon en el hotel Gran Vía. Los que recordando aquella serie, cuatro años después, tal vez leyeron la serie Soy un vagabundo. Los lectores de un periodismo literario que desapareció.