"La curva se volvió barricada" elegido entre los mejores libros de poesía del año por Playground y Oculta
"La curva se volvió barricada" elegido entre los mejores libros de poesía del año por Playground y Oculta
Diez libros de poetas españoles que debes leer (Oculta)
La curva se volvió barricada (La uña rota), Ángela Segovia
Escribe Paula López Montero que «es un libro tremendamente singular que por su carácter, personalidad y propia filosofía –incluso la edición cuidada e independiente de la editorial– quiere situarse en la curva, en la vía que escapa de toda entidad o forma rígida. Concebido como un poema-poliedro de nueve lados, trata de desencajar el pensamiento, la tradición y la propia poesía, haciendo barricada, y finalmente proponiendo nuevos horizontes».
Pegarle a un padre (La Bella Varsovia), de Guillermo Morales Sillas
Escribe Berta García Faet sobre el libro que se trata de «una confirmación (una multiplicación) de lo que ya quedaba bien aireado frescamente en el primero. Supone, como mínimo, un soplo (un “soplo vital”: trascendencia que nos entra por la concreta nariz; nos respiramos) de aire ultra-fresco en el panorama de la poesía española actual. Como máximo, no sé, no hay».
[Sara Herrera Peralta] Hombres que cantan nanas al amanecer y comen cebolla (La Bella Varsovia), de Sara Herrera Peralta
Escribe Alberto García-Teresa en Culturamas que en este libro Sara «aterriza en territorios como Bangkok, Ghana o Rumanía. Ahí, retrata escenas que son el punto de partida de una reflexión más general, en la cual tiene mucha relevancia el choque de culturas y la exhortación a salir del eurocentrismo (en ese sentido, persiste la mirada desarraigada de la emigrante característica de libros anteriores, y que vive la propia autora, dotándola de un sentido existencial y filosófico amplio)».
[Constantino Molina] Silbando un eco extraño (Hiperion), Constantino Molina
Premio «Valencia» Institució Alfons el Magnànim. Dice Luis Bagué Quilez en Babelia que «en esta obra de temprana madurez conviven la tersura de una dicción clásica y el desgarro de una imaginación barroca. Si la poesía del Siglo de Oro construyó su dispositivo visual y retórico en torno a la dicotomía entre apariencia y realidad, el autor actualiza esa oposición al proyectarla sobre la belleza natural y el envoltorio de un mundo hecho de plástico».
[Sara Torres] Conjuros y cantos (Kriller 71), Sara Torres
Martín López Vega escribe en su blog que en este libro Sara «elabora algo así como su folclore íntimo. Y si bien se quiere de algún modo folclore no se quiere de ninguna manera ligero. Nos advierte al comienzo: “El lenguaje es un acto con consecuencias. El éxito del hechizo no depende únicamente del sujeto que lo pronuncia. Existen unas condiciones de enunciación que se extienden en el tiempo y exceden el momento en el que el ritual está teniendo lugar”».
[Miguel Floriano] Claudicaciones (Renacimiento), de Miguel Floriano
Escribe en su blog personal, Carlos Alcorta, sobre el libro que: «debemos adelantar que el armazón emocional que lo sustenta nos parece de una sólida coherencia. El ahora de la realidad se mira ya, desde el primer poema, con nostalgia, una nostalgia como de blues, perfectamente incardinada, en el que las notas del bajo mantienen un delgado hilo rítmico, casi inaudible, pero imprescindible para armar la melodía; una nostalgia, sin embargo, y esto lo veremos en otros muchos poemas del libro, mitigada por la confianza que el autor deposita en las palabras, en la escritura»
[Rocío Acebal] Memorias del mar (Valparaíso Ediciones), Rocío Acebal
Dice Gonzalo Gragera que el «paisaje del mar atraviesa el discurso del libro, en algunas ocasiones en primer plano y en otras de manera menos explícita, tan sólo sugerente y de puntillas. En los poemas se repiten conceptos como sombras, olvido, tiempo… una serie de palabras que nos acercan a una poeta joven convencida del paso del tiempo, o mejor, a una poeta joven convencida de que el paso del tiempo es uno de los principales temas de la mejor poesía».
[Óscar Díaz] El sentir, poemillas del ahora (La Isla de Siltolá), Oscar Díaz
En un artículo en Ritmos21, Miguel Floriano declara que este libro «conforma el paradigma de una identidad poemática despojada de ese contrato absurdo con el mensaje constitutivamente puro, en el que la dispersión de incertidumbre prima en detrimento de la función poética, cuyo objeto es la organicidad del espacio textual. Óscar es un poeta muy bien armado que conoce la necesidad de alejarse del lastre de significar, y que hace gala para ello de una insólita amplitud lingüística»
[Lola Nieto] Tuscumbia (Harpo), Lola Nieto
Escribe Sara Torres en la revista Vísperas que este libro «llega como una afortunada continuación-discontinua de su anterior Alambres (2014, Kriller71). El apetito lector inconformista y tierno lo recibirá como un regalo y sabrá hacerlo suyo desde la primera página. Y es que en este libro, tan exigente en sus horizontes, Lola ha dejado espacio para la vida: Desde un entender la vida que es subversivo y genuinamente respetuoso al mismo tiempo».
[Óscar García Sierra] Houston yo soy el problema (Espasa es Poesía), Óscar García Sierra
Escribe Diego Álvarez Miguel que se trata de «un poemario caótico lleno de imágenes sorprendentes que van describiendo a lo largo del volumen la relación que mantiene un adolescente (no olvidemos que ahora la adolescencia se alarga hasta los treinta o los cuarenta) con los diferentes ámbitos de la vida moderna»
Los 10 mejores libros de poesía de 2016 (Playground)
1. Siguiente vitalidad, Natalia Litvinova (La Bella Varsovia)
«Sus versos son, en los mejores momentos del libro, los restos de un naufragio que se recuerda a medias. Lo que sobrevive de la casa familiar después de una tormenta de nieve que dura varios meses.» (Xaime Martínez)
2. Configuración de la última orilla, Michel Houellebecq (Anagrama)
«Si los poemas de Houellebecq huelen a polla es porque el autor sabe hablar de la masculinidad sin compadecerse, sin parecer un chulo enamorado y sin incurrir innecesariamente en el exhibicionismo. Al contrario que otros poetas, él no busca hallar los secretos del mundo, solo los de su cuerpo. Houellebecq tampoco quiere explorar los límites del lenguaje, sino más bien los de su género. Por resumirlo de algún modo: si la poesía de Michel Houellebecq fuera un cuadro, podría llevar como título Hombre Sencillo Señalando Cosas Que Le Importan.» (Luna Miguel)
3. Aún queda mucho por decir, Rose Ausländer (Sexto Piso)
«Sólo el título de este poemario ya deja muy claro cuál es la postura de Rose Ausländer frente al mundo, y es que después de la barbarie, todavía queda mucho por hablar, por narrar, por volver poema incluso si el dolor azota, o incluso si el camino hasta ahora ha sido oscuro. ¿No es la palabra, acaso, una medicina contra la oscuridad?» (Luna Miguel)
4. El duelo es esa cosa con alas, Max Porter (Rata)
«Imagínate que eres un padre de familia con dos hijos. Vives en un suburb de una ciudad inglesa, trabajas en algún puesto indeterminado de la industria cultural (¿Universidad? ¿Editorial?) y estás obsesionado con Ted Hughes. Y de pronto se muere tu mujer, la madre de tus hijos. Y tú eres un tío sensible, eh. ¿Qué pasa entonces? Que te visita un cuervo. Un cuervo negro, muy loco, a medio a camino entre la simbología cristiana y los mitos de los indios norteamericanos. Ese cuervo representa al duelo y ha venido para ayudarte en tu camino a través del sufrimiento. Te insultará, se reirá de ti, dirá cosas estúpidas y ofensivas y te controlará las dosis de esa droga llamada nostalgia. O eso es, al menos, lo que sucede en El duelo es esa cosa con alas, el primer libro del escritor inglés Max Porter.» (Xaime Martínez)
5. El funambulista, Jean Genet (Errata Naturae)
«El funambulista puede leerse o bien como un poema largo, o bien como una carta de amor, o incluso como una especie de manual de instrucciones literario para dominar el peligroso arte del funambulismo: Si caes, merecerás el canto fúnebre más convencional: charco de sangre y oro, laguna donde el sol poniente… No debes esperar nada más. El circo es todo convenciones.» (Luna Miguel)
6. Sólo ida, Erri de Luca (Seix Barral)
«Se acaba de publicar en España Solo ida, la poesía completa del autor italiano, y ya desde el título se plantea esta cuestión : el viaje con billete "solo de ida" que hacen los refugiados a través del Mediterráneo representa (y dota de significación) el viaje de nuestras vidas.» (Xaime Martínez)
7. Mantente firme, Kate Tempest (La Bella Varsovia)
«Kate Tempest firma versos que no se olvidan. Quizá porque no solo se dirigen a ese yo, sino a un nosotros. A través de su poemario Mantente firme, dibuja un examen político, a la vez que tierno, con el mito griego de Tiresias como columna vertebral. A fin de cuentas, los mitos no son más que aquellas historias que hemos utilizado para explicarnos a nosotros mismos.» (Andrea Bescós)
8. La curva se volvió barricada, Ángela Segovia (La Uña Rota)
«La propuesta de Segovia es arriesgada, rota, experimental, y esas son algunas de las razones por las que su poesía ha conseguido diferenciarse de todo lo que se escribe hoy en España. Quizá por eso también es difícil encontrar su nombre en las antologías generacionales recientes. Pero es que a ella no le hace falta ese reconocimiento institucional: su valor y su peso ya quedan claros entre sus páginas.» (Luna Miguel)
9. Houston, yo soy el problema, Óscar García Sierra (Espasa)
«Como los poetas de Twitter, García Sierra se mueve en Houston, yo soy el problema alrededor del tópico de los Beatles: I wanna hold your hand. Se dirige a un tú lejano, inaccesible, al que posiblemente finge que habla mientras stalkea su Facebook. Óscar García Sierra habla con una persona que se encuentra al otro lado de una pantalla de ordenador, sí, pero lo que separa a uno y otro —el software dañado, el apocalipsis zombie, el culo de Kim Kardahsian, una cantidad inasumible de helado Ben&Jerry's— es absolutamente distinto. Y marca la diferencia.» (Xaime Martínez)
10. Con hilos de olvido, Maria Mercé-Marçal (Sabina)
Maria Mercé-Marçal ha sido durante muchos años la gran poeta olvidada de la escena española. Quizá porque su obra se publicaba en catalán y apenas se tradujo. Quizá porque murió pronto. Quizá porque su estilo era bruto. O quizá porque en su poesía había un erotismo doloroso, una maternidad incómoda, una sexualidad áspera y que la mantiene viva. (Luna Miguel)