Discurso de Angélica Liddell, Caballero de las Artes y de las Letras

17.11.2017

Discurso de Angélica Liddell, Caballero de las Artes y de las Letras

Publicado en Institut Français

Angélica Liddell recibe las insignias de Caballero de la Orden las Artes y las Letras

 

El 15 de noviembre de 2017, el embajador de Francia en España, don Yves Saint-Geours, concedió las insignias de Caballero de las Artes y de las Letras a la escritora, directora y actriz española Angélica Liddell, en la Residencia de Francia en Madrid.

En su discurso, el embajador elogió a Angélica Liddell por su carrera: varios de sus libros se tradujeron al francés y su obra fue premiada en varias ocasiones (recibió por ejemplo el Premio Nacional de Literatura Dramática en 2012). Francia quiso honrar el trabajo «de una autora y creadora cuya contribución literaria y artística nos parece esencial», como declaró el embajador de Francia.

 

DISCURSO DE ANGÉLICA LIDDELL

 
«Ha sido en los teatros franceses donde he podido gozar de los momentos más hermosos de mi vida, no solo de mi profesión, sino de mi vida. Las cinco obras estrenadas en el Festival de Aviñón, (ningún escenario más bello que el Claustro de los Cármenes), las cuatro obras estrenadas en el Teatro del Odeón de Paris. Amo Aviñón por encima de todas las cosas, amo el teatro del Odeón de París por encima de todas las cosas. Cómo no recordar también ese Ricardo III que estrené en una pequeña sala española para ocho personas y culminó su existencia en los Campos Elíseos, en el teatro del Rond Point, como le corresponde a un Ricardo III, tal vez para avisar del peligro de esos bufones siniestros que aspiran ferozmente al poder. Si digo que amo el teatro, tengo que decir que amo Aviñón y amo París, con toda la complejidad, las aristas y las contradicciones del amor, hasta llegar incluso al suicidio estético, a la inmolación. Si no volviera a hacer teatro nunca más, si no volviera a trabajar nunca más en Francia,  me daría por satisfecha con esos cinco años apasionantes, con esa pelea fabulosa entre Los caprichos de Goya y El columpio de Fragonard, como si una horda de monstruos negros danzaran epilépticos alrededor de la pareja que retoza en el jardín, esos cinco años donde he intentado introducir los sudores del alma teresiana en el corazón mismo del racionalismo, cinco años donde marché acompañada por un precioso ejército de actores a una fragorosa batalla, una guerra inolvidable en busca de la belleza.  De esas peleas ha surgido el diálogo más emocionante, intenso y vivificante que he podido experimentar jamás, a veces inevitablemente doloroso. 
 
»Gracias a todos los teatros franceses que le abrieron sus puertas a una sombra. Intentaré devolver el valor de este reconocimiento redoblando el amor, el trabajo y el sacrificio, tres actos de fe sin los cuales no existiría la misa escénica. Y puesto que entregar la vida es entregar muy poco, le entregaré a Francia mis cenizas, que es la materia de la que está hecho el arte oscuro de los herejes. Si hubiese una hoguera para mí, quiero ser Juana.» 
 
 
 
15 de noviembre de 2017
Residencia de Francia en Madrid