«Vivía para leer. Me acostaba con los ojos hinchados y las palabras destruyéndome por dentro. Me levantaba a eso de las cinco de la mañana y leía hasta las siete, caminaba hacia la fábrica, entraba, fichaba, salía, caminaba hacia mi casa, entraba y me ponía, sin demasiadas dilaciones, a leer. Y leía hasta que el hambre empezaba a desconcertarme. Entonces me hacía un sándwich de lo que hubiera... comía con la mente en pausa... y me ponía de nuevo a leer hasta que me quedaba dormido.» En la pausa, Diego Meret