En la pausa, de Diego Meret

07.01.2012

En la pausa, de Diego Meret

Publicado en Lector Malherido

Lector Malherido, 7 de enero de 2012

 

Las coordenadas autorales de Diego Meret son Argentina, 1977, obrero textil, Fogwill. Lo de Argentina ya ha hecho saltar varias alarmas, pues la overdose de putos argentinos que sufrimos en España no hay quien la aguante. 1977, ok. Obrero textil viene a cuento porque la obra en sí se plantea como un descubrimiento de la literatura desde territorios iletrados, en una conquista de la palabra y sus remanentes que suena casi legendaria, toda vez que los autores de hoy en día suelen caer en sus cunas con La montaña mágica debajo del brazo. Y Fogwill: no deja de ser enormemente auxiliador que la editorial española de En la pausa haya encontrado esta cita antológica y antagónica del señor Fogwill para acompañar su recién horneado volumen; dice Fogwill: “En la pausa, de un tal Diego Meret, de quien sólo se sabe que ronda los treinta años y que, si logra otro libro de este nivel de calidad, figurará muy pronto en ese seleccionado argentino donde, a falta de mejores, se nos suele poner a Pauls, a Kohan, a Piglia y a mí”.

Olé.

Lo de ser “un tal”, un tal Diego Meret, seguramente es lo peor que se puede decir de un argentino, donde habitualmente los escritores son el Gran Alan Pauls, el Gran César Aira y el Gran Fulano. Un tal Diego, entonces.

En la pausa no es un libro que me haya vuelto loco. No es novela, sino apuntaciones de Meret alrededor de su condición o no condición de escritor. La poética de “un tal” Diego Meret resuena en humildades diría uno que chilenas, tipo las de un tal Alejandro Zambra. Hay poca soberbia en En la pausa, y eso en Argentina debe despertar muchas sospechas; o una indisimulada tranquilidad.

Nos cuenta Meret, un tal, que en su casa no hubo libros, pero que un día llegó uno, y que se puso a leerlo porque no echaban nada por la tele, en ese momento; vamos, ningún partido de fútbol. A raíz de esa lectura alephébica el autor se puso a leer más libros, quién sabe si por saber cómo acababa la literatura; y, a renglón seguido, se puso a emborronar cuartillas sobre la mesa de la cocina, quizá para que la literatura, ya ven, no se acabara nunca.

Esas cuartillas son este libro: unas reflexiones, unas anécdotas, unas exploraciones -con exactitud- de la humildad.

La humildad también estaba inédita en España, sí.