Blog Libros, instrucciones de uso: «Leed a Rodrigo García»

06.04.2015

Blog Libros, instrucciones de uso: «Leed a Rodrigo García»

Publicado en LIBROS, INSTRUCCIONES DE USO

Barullo, de Rodrigo García: la amenaza de nuestra vida cotidiana

 

Barullo tendría que haber comenzado con esta frase a modo de dedicatoria al lector y también como declaración de intenciones:

"Nada que os parezca bien, me parece bien a mí; nada que os guste, a mí me gusta."

 

Pero esta frase aparece en la página 84. Una pena porque como lectores a esas alturas ya tenemos claro que Rodrigo García es un tipo que se cuela en tu casa a la hora de comer, cuando estás tocándote los huevos alegremente con el Marca encima de la mesa y el debate político a todo meter en la televisión, le pega un puñetazo a la mesa, te coloca tres cadáveres arrastrados por cucarachas sobre ella y se marcha tan campante, cerrando con suavidad la puerta y dejándote allí, en tu casa, con tu vida cotidiana y tres cadáveres sobre la mesa.

No tenía noticias de la existencia de Rodrigo García hasta que leí Cenizas escogidas, lo que prueba ―aunque se trate de una muestra experimental con n=1― que la publicación de textos de autores teatrales es necesaria, porque constituye otra vía de la que estos disponen, y que no siempre aprovechan, para dar a conocer sus textos. 

Aquellos eran textos directos, con poco artificio, que te interpelaban directamente, que no te daban respiro, te mostraban tus miserias sin conmiseración. En los textos flotaba una suerte de espíritu dadá, pura invención y transgresión sin ánimo de construir nada ―aunque construyendo sin querer―, ni siquiera un discurso coherente. Después, los textos se movían por paisajes mucho más políticos, en los que no hay moralinas, ni adoctrinamientos, sino la visión de un tipo con un dedo del tamaño de un cáctus candelabro de Sonora que hace lo posible por metértelo en la boca y tocarte esa yaguita que te molestaba ahí, en el interior del moflete, que parecía a salvo de todo, una vez que pensabas que habías conseguido domesticar la realidad subyugando lo cotidiano.

En Barullo (por cierto, genial la ilustración de la cubierta) nos topamos con textos de distinta procedencia y destinados a diferentes medios (teatro, pero también la radio o una sala de conferencias), lo que contribuye a que conozcamos mejor la idiosincrasia de Rodrigo García y podamos analizar cómo usa sus armas para acomodarse a esos distintos medios. Los cuatro textos principales de Barullo son Muerte y reencarnación en un cowboy, Gólgota picnic, Daisy y La selva es joven y está llena de vida. En ellos su lenguaje permanece intacto, una aleación de materia soez y reflexiva de la que surge el lirismo, «una negra rabia de poesía en el pecho». 

En muchos de ellos reconocemos al Rodrigo García de Cenizas escogidas, pero en La selva es joven y está llena de vida se ven ciertos juegos por salir de su estilo habitual y en Protegedme de lo que deseo hay una primera parte que es un remedo sin complejos de Thomas Bernhard.

No vamos a hablar, porque es ya intrínseco a su escritura, de la denuncia omnipresente de Rodrigo García, que desprecia los convencionalismos sociales, muestra la estupidez e irreflexión que presiden nuestras vidas cotidianas, y deriva en un pesimismo enfermizo. No da descanso, no nos permite dormirnos en los laureles, nos recuerda una y otra vez que somos mortales, que vivimos de apariencias y en un mundo donde nos imponen las necesidades. Pero no incita a la acción o lo hace de modo indirecto. Nunca gritará «a las armas, compañeros», sino «pensar en la insinuación como la palabra perfecta para designar la cobardía, insinuar es prepararse para dar el salto que nunca vas a dar». 

Es ahí donde se cuela ese lirismo que uno no espera en obras que no dejan de meterte el dedo en el ojo y cargadas de pesimismo: «Vivir yo lo sentía en la boca como una ostra podrida que había que escupir de inmediato encima de la mesa, pongan la cara que pongan los demás comensales».

Pero es que, según confiesa en Texto para France Culture, leído por Nicolas Bouchaud, otro de los textos de Barullo

"Hacemos arte como se hacen jerséis o zapatos; creemos que es algo que la gente debe usar a diario

Creo que es el gran momento para la poesía  

Porque la poesía en este mundo de lo «útil» está expulsada de la lista de cosas que uno necesita para la vida"

A pesar de su lenguaje aparentemente sencillo y vulgar por momentos, hay un interés muy pronunciado, y que recorre muchas de sus obras, por el uso de las palabras, por sus significados y por su valor comunicativo, pero no solo por su identificación explícita en tanto que símbolos, sino también por esos otros significados que se cuelgan del cuello de esas palabras, y también por la evolución del lenguaje hacia una simplicidad que tiende a la imprecisión y que dificulta el fin para el que están diseñadas, la comunicación:

"Luego pensé en la poeta Emily Dickinson como una estrella, pensé que si una persona podía compararse a una estrella, esa era Emily Dickinson 

Acto seguido pensé que era insensato llamarle estrella, ya que esta palabra, que debería designar a un ser extraordinario, se emplea para los futbolistas y para una fulana de veinte años que anda siempre de rodillas chupando pollas y que dice que es actriz y para un niñato maqueado que dice que canta 

Entonces, lloré, claro está, lloré toda la tarde porque no podía emplear la palabra estrella 

Y seguía llorando y llorando por todas las palabras perdidas, que son el aliento que me habéis robado"

Leed a Rodrigo García. Tiene tantos seguidores como detractores (o incluso más aún de los segundos). Pero no os quedéis en el cascarón. Lo que se entiende por políticamente correcto es una falacia. Lo políticamente correcto es Rodrigo García. Por mucho que una obra de teatro no vaya a cambiar la realidad, su discurso es necesario y esencial, y quizá nos mueva a replantearnos actitudes, gestos y creencias, y nos dediquemos por fin a ejercitar la vida de otro modo y a dejar de soñar tanto, ya que «nos vamos a dormir porque la realidad nos ofende».

 

[Fotografía: cortesía de la librería Intempestivos de Segovia]